Jofre, en el nombre del padre
El extremo del Espanyol fue determinante con su gol ante el Mirandés, que dedicó a su progenitor fallecido hace un año. La historia de un jugador que quiere dar un paso adelante.
“Siempre pienso en mi padre desde que no está, las victorias son para él”, explica Jofre Carreras desde la zona mixta de Anduva, después de golear ante su ex, el Mirandés, y de darle los tres puntos al Espanyol. Una victoria capital, que sitúa a los blanquiazules en la zona de ascenso directo, y que refuerza la apuesta de Luis García por el extremo, que luce dorsal del primer equipo (17) y que ha participado con notables actuaciones en las tres jornadas disputadas. Jofre hace camino después de un 2022 luctuoso.
Lluís, el padre de Jofre, falleció el pasado octubre tras una larga enfermedad. El gerundense estaba muy apegado a sus padres. “Le tenía devoción a su padre”, recuerda un empleado de Sant Adrià que vio crecer a ese chico joven, rebelde y familiar que se fue haciendo hueco en los equipos de base del Espanyol. “Sus padres eran mayores y él tenía problemas de salud”, recuerda. De camarero de profesión, Jofre se crió en una familia humilde en Girona hasta que con 13 años dejó su ciudad por la Residencia de Sant Adrià. La distancia le apegó más a la familia y, aunque al comienzo le costó adaptarse, después se curtió y empezó a demostrar sus habilidades.
“Me siento muy cómodo, los compañeros me lo hacen fácil. Luis me pide que sea profundo, dé amplitud y busque el uno contra uno”, explicó el futbolista. Dicho y hecho. Jofre percutió por la banda derecha, aunque no estuvo acertado a la hora de tomar la decisión en los centros. Sí lo estuvo en la fase defensiva, donde demuestra su espectacular físico: en el fútbol base destacaba por sus números en el GPS. El gol le llegó desde la izquierda, curiosamente al desmarcarse en posición de delantero centro, una situación inusual para él pero que evidenció su verticalidad.
La temporada anterior intentó buscar más minutos en Miranda, pero por distintas circunstancias no logró ser regular. El fallecimiento de su padre, las lesiones y el sistema del anterior técnico, Joseba Extebarria, con cinco defensores, le perdjudicó. Pero dejó acciones en la que evidenció que tenía calidad para la categoría, como en Gijón, cuando fue el jugador del encuentro donde anotó un tanto (3-4). Este curso, a sus 22 años y con todas las experiencias, puede consolidarse en un Espanyol que necesita de su físico y de su desborde.
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